Enseñemos a nuestros hijos qué es el fracaso y la frustración

#saberestar | En la mayoría de los artículos hablamos de la importancia de alcanzar el éxito, hasta tal punto que parece que nada sirve si al final no alcanzas el número 1. Lo más grave es que hemos llegado hasta un punto que con tal de alcanzar el éxito, somos capaces de cualquier cosa. Primero conviene recordar que hay muchos tipos de éxito y que uno puede perfectamente -en la medida de sus posibilidades- priorizar aquellas áreas en las que queremos alcanzar el éxito porque la vida es mucho más que trabajar. Con la familia, con los amigos o en el deporte uno también puede alcanzar el éxito.

En estos días conviene además, recordarle a alguno que no todo vale para alcanzar el éxito. Probablemente si a determinadas personas les hubiesen educado y preparado para el fracaso, quizás prevalecerían los valores y conseguirían evitar la tentación de hacer cosas poco respetables. Hace ya un tiempo hablaba de cómo, poco a poco, les estoy hablando a mis hijos del fracaso y la frustración, porque la vida no son solo cosas bonitas; no alcanzaremos todos los objetivos que nos proponemos y probablemente sea mayor el número de fracasos que de éxitos. Esta última reflexión no es para caer en el desánimo, todo lo contrario, es para que seamos conscientes de que la base esencial del éxito son los fracasos que hemos ido sufriendo a lo largo de nuestra vida. La experiencia es un interesante ingrediente que, si somos capaces de interpretarla desde la positividad, nos enriquecerá y nos dará mayor capacidad para solucionar futuros problemas.

Hasta que somos padres no valoramos ciertas cosas de nuestros padres nos explicaban de niños. Es cierto que nunca es tarde para reconocer una cosa y menos un error o un fracaso. El fracaso nos puede hacer mucho más fuertes si estamos debidamente preparados; por eso utilizo -con mucha frecuencia- la palabra ingrediente, y es que muchas veces nos somos conscientes de que la vida es la suma de muchos ingredientes y es por ello que destaco la importancia de que el fracaso o la frustración formen parte de la educación.

Si ampliamos el objetivo podemos comprobar que el fracaso está por todas partes y que la frustración es su compañera de viaje. La percepción de la realidad varia notablemente si a lo largo de tu vida sólo te han educado para alcanzar el éxito y han omitido en tu educación esa palabra tan temida como es el fracaso. Las personas que nos dedicamos al protocolo hemos convivido con la palabra fracaso porque una de nuestras tareas es saber gestionar las emociones y está palabra está presente constantemente. La percepción de la frustración se puede canalizar de muchas maneras, empezando por hacer un análisis riguroso de la situación y con la predisposición a encontrar una solución y levantarse. Porque saber levantarse no es nada fácil, pero hay varios ingredientes que te ayudarán a conseguirlo antes:

  • No niegues el fracaso.
  • No tengas miedo a reconocer el error.
  • Todo el mundo fracasará en algún momento de su vida.
  • Rodéate de personas positivas, conscientes de que necesitas que te den la mano para levantarte.
  • Ríete de tus fracasos, pero con el respeto de utilizarlos para construir tu camino.
  • Mira la vida con optimismo porque el fracaso te ayuda siempre a seguir evolucionando.

Henry Ford dijo que el fracaso es una oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia. No somos conscientes de ello porque -como dije antes- estamos obsesionados con éxito. Debemos perder el miedo a decir esta palabra sin castigar y sí premiando al que se levanta. Qué fácil es escribir y dar consejos, pero es más fácil quedarse sentado buscando una justificación a nuestros fracasos.

“Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender” Charles Dickens.

Javier Vila de Savenelle de Grandmaison | Protocolista | @_JavierVila_

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