#sutilezascotidianas | Hemos perdido la sensibilidad y la empatía. Nos expresamos y defendemos opiniones sin ser conscientes —o sí— del malestar que generamos. Ya no es solo una cuestión de argumentar bien una opinión, es el cómo y el cómo sí importa. Todos tenemos la responsabilidad de comunicarnos con respeto, con un punto de sensibilidad.
La sensibilidad tiene la capacidad de acortar las diferencias, tender puentes y abrir puertas donde la falta de empatía y sensibilidad las cierran. Algunos, cada vez más, son conscientes de ello y redoblan su falta de cortesía porque entienden que el desprecio es reflejo de superioridad, cuando en realidad es el primer escalón hacia el precipicio… donde se embriagan de ego.
El ego es destructivo. Nos sentimos cuestionados y amenazados, y canalizamos esta impotencia pagando con los demás, comunicándonos con desprecio y arrogancia. Confunden esta actitud con una fortaleza, cuando realmente son débiles, pero la sociedad compra la pedantería a través de las redes sociales, las relaciones sociales y otros medios de comunicación.
El problema es que cuando nos damos cuenta, puede ser demasiado tarde y, en muchas ocasiones, ya no tiene solución. Amistades, trabajos, decisiones políticas, empresariales… la falta de sensibilidad es como una termita. Lo he comentado en más de una ocasión: hay aspectos muy negativos en nuestras vidas que no vemos lo dañinos que son hasta que, al final, brota el problema sin que tengamos prácticamente margen de maniobra.
La sensibilidad nos hace valorar las cosas, romper barreras, reducir diferencias, ver soluciones, apreciar el esfuerzo y el trabajo de los demás. Es uno de los ingredientes esenciales para que la vida sea más agradable, menos polarizada y con la predisposición de buscar soluciones ante las adversidades. Con un punto de sensibilidad en nuestras vidas, el mundo sería mucho mejor.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 81) | #todocomunica