#sutilezascotidianas | Este fin de semana, disfrutando de mi café mientras leía la prensa, me encontré con una noticia que, más allá de lo evidente, es profundamente preocupante. En muchas ocasiones, solo vemos la punta del iceberg.
El protagonista de la noticia es el futbolista Marcus Rashford, jugador del Manchester United. En la segunda parte de un partido, su entrenador, Rúbem Amorin, le indicó que calentara. Al prepararse para entrar al campo, Rashford llevaba unos guantes. El utillero del equipo se acercó con el fin de ayudarle y recoger los guantes, pero en vez de entregárselos en la mano, Rashford los arrojó directamente al suelo, a sus pies y a la cara. Un gesto horrible que deja mucho que desear sobre su calidad humana. Todo un ejemplo de descortesía y falta de valores.
Los “Rashford” de la vida necesitan que se les reprendan estos gestos por diversos motivos, pero especialmente por el ejemplo que dan a los menores, quienes aprenden de estas actitudes y las trasladan a su futuro y a la convivencia social. Hoy parece más atractivo ser grosero, venderse como pedante e irrespetuoso, que ser educado, discreto y humilde.
Por desgracia, en mi trabajo —comunicación y protocolo— he conocido a muchos “Rashford”, y siempre procuro, en la medida de lo posible, hacerles saber su falta de respeto. En ocasiones, no es inmediato, porque todo, incluso señalar un mal gesto, tiene su momento. Llamar la atención a alguien nunca debe hacerse en caliente, porque probablemente perderemos las formas y, con ellas, parte de la razón. No lo digo solo como profesional, sino como alguien que, en más de una ocasión, ha perdido los papeles al no soportar estas actitudes.
Hay muchas formas de ser un perfecto maleducado. No se trata solo de gestos como los de Rashford; las faltas de respeto tienen un amplio repertorio de expresiones y maneras. Incluso hay personas que aparentan y presumen de ser educadas y respetuosas, pero que, al final, resultan ser un auténtico “bluf”.
Por desgracia, cada día abundan más personas así: egoístas, groseras, prepotentes, irrespetuosas e interesadas. Es necesario que todos nos esforcemos más para recuperar los valores que, antaño, fueron sinónimo de respeto y saber estar. Los “pordioseros de la grosería” no son más que una fuente de degradación para nuestra sociedad.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 46) | #todocomunica