Con la imposición, mala elección… mala compañía.

Llevaba unos días sin escribir y he de confesar que lo echaba de menos. Han sido unos días muy especiales, por muchos motivos, pero uno en concreto ha sido poder estar con mi familia. Leyendo esta mañana el artículo del que será siempre mi profesor, Carlos Fuente,  he podido comprobar que es cierto eso de que la convivencia con nuestros hijos abre un cuarto especial en nuestras mentes, por el que quizás, nos volvamos más reflexivos y menos impulsivos.

Mis hijos son pequeños, pero el mayor (3 añitos) me sorprende por su capacidad para entender las cosas, logrando así que cada día podamos interactuar más y mejor. Entiendo que las comparaciones siempre son odiosas y que en muchas situaciones, hasta están fuera de lugar pero he de reconocer que no le daba tanta importancia a determinados comportamientos, hasta que he sido padre.

Las decisiones con mi hijo no son por imposición y no deberían serlo; deberé argumentar bien todas mis decisiones con el fin de que pueda ser educado en un ambiente de entendimiento, lo que facilitará su formación como persona.

Sé que al leer esto uno puede pensar que mi cabeza sigue en esas hermosas playas gallegas del cantábrico, hipnotizado por el majestuoso sonido del mar embravecido. La reflexión es que en Protocolo no podemos imponer las cosas; debe existir la comunicación y el deseo de que cualquier evento/acto transcurra dentro de un ambiente cordial, de humildad y argumentado bien con unas buenas bases de criterios comprensibles para ambas partes; mi deseada flexibilidad. El Protocolo no puede convertirse en un arma arrojadiza; el Protocolo debe ser maleable pero no mareable.

El acto/evento es como un niño que ves crecer y te esmeras para que cada paso que dé, sea el acertado para lograr que resulte un referente por encontrarse a gusto y donde todos, por igual, somos bienvenidos. Si todos estos pasos previos están basados en imposiciones estaremos creado una estructura efímera y con el tiempo, se vendrá abajo.

Las reuniones de trabajo entre instituciones o empresas privadas, no pueden convertirse en una suma de egos donde todos, a golpe de impartir cátedra y puesto, impongan sin una lógica bien argumentada, las decisiones y propuestas finales para un acto.

La cordialidad en las relaciones entre personas, deben fundamentarse desde el respeto y las ganas de entenderse. Está claro que si utilizamos un distinto canal para entendernos, nunca llegará el mensaje; hoy  gracias a mis hijos, empiezo a imponer menos. Esto no es una señal de debilidad, es el deseo de querer seguir aprendiendo e interactuando sin hacer daño; ¿te apuntas?

Nota adicional:

Recomiendo el artículo de Carlos Fuente, “Precedencias y la tabla del 9” http://carlos-fuente.blogspot.com.es/2012/04/precedencias-y-la-tabla-del-9.html

Javier Vila de Savenelle de Grandmaison | Your Sitting  |

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