#sutilezascotidianas | Hemos llegado a un punto en el que la mentira forma parte de nuestras vidas y, lamentablemente, todos, en mayor o menor medida, hemos acabado aceptándola como algo habitual.
No quiero quedarme solo en el ámbito político; la mentira se extiende por toda la sociedad. Hay quienes, siendo conscientes de que mienten, lo hacen sin reparos con tal de salirse con la suya, sobre todo si hay dinero o poder de por medio. Al principio son pequeñas mentiras, pero llega un momento en que la bola crece tanto que resulta imposible detenerla. Recuerdo cuando era pequeño y mis padres insistían en la gravedad de mentir, en la importancia de decir la verdad o de reconocer un error. En aquel momento pensaba que exageraban, pero con el tiempo he visto la miseria de la mentira y cómo es capaz de destruir nuestros valores.
Hoy mentir no tiene consecuencias. Lo más grave es que las nuevas generaciones están aprendiendo —inicialmente de forma inconsciente— que se puede mentir sin que haya repercusiones. Comienza con algo simple como evitar un castigo: “¿Has hecho los deberes? Sí, sí…” aunque no sea verdad. Aunque parezca una tontería, si no les enseñamos desde pequeños la gravedad de mentir, llegará un punto en el que mentir será su recurso habitual.
Por desgracia, hemos normalizado la mentira. En lugar de desaparecer, sigue formando parte de nuestras vidas porque muchos la ven como la vía más rápida y fácil para lograr sus objetivos. Pero esa meta es efímera y carece de valor, pues no hay peor éxito que el conseguido a base de mentiras. Reconocer un error, en lugar de mentir, es un acto de valentía y honestidad. Mentir para ganar es de cobardes, y todo comienza con una simple mentira.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 41) | #todocomunica