#sutilezascotidianas | Cuando era joven y regresaba de una excursión o de un viaje, esperaba con mucha ilusión que, al llegar al colegio, a la estación o al aeropuerto, estuviera mi madre, mi padre o ambos para recibirme. Era una sensación especial: sentirse protegido y querido.
Ayer fui a recoger a nuestra hija después de unos días de excursión con sus compañeros de clase. Esperaba con mucha emoción recibirla, esperarla cerca del autobús que les traía. Quería que, al bajar, me viese allí; que se sintiera como yo me sentía cuando mis padres me esperaban con una sonrisa y me daban un abrazo muy fuerte… qué sensación tan bonita. Y así fue: al llegar, me buscaba con la mirada y, al verme, aceleró el paso y me dio un abrazo muy fuerte… qué fuente de vitaminas.
Por mi trabajo, me ha tocado en muchas ocasiones recibir a autoridades, deportistas, invitados… y siempre ha estado presente la importancia de saber recibir a alguien. Qué importante es ese primer momento, donde una mirada, un apretón de manos, un abrazo, un beso o un simple gesto —dependiendo de la persona y el momento— muestra cortesía, respeto y afecto.
Cuidar estos detalles es enriquecernos como personas, nos hace sentirnos mejor y contribuye a transmitir serenidad y atención, desde el respeto y la amabilidad que requieren las personas. Es algo extensible no solo al ámbito familiar, sino también a nuestro entorno profesional. Saber recibir es la puerta hacia la cortesía.
No menos importante es —también— saber despedirnos de nuestros clientes, invitados, amigos o familiares. Un gesto de gratitud que cierra un espacio de tiempo donde deben sentirse atendidos, respetados y escuchados. Dos momentos fundamentales en nuestras vidas que, lejos de ser triviales, constituyen espacios clave de buenas maneras y saber estar.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maison
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 94) | #todocomunica