…es mejor afear que ayudar

#sutilezascotidianas | He encontrado —desde hace ya tiempo— en la lectura un buen compañero para reflexionar y alimentar la inquietud de seguir aprendiendo. Dependiendo del momento del día, si estoy de viaje o de mi estado anímico, leo un determinado libro… sí, estoy leyendo varios libros a la vez. Hoy he empezado 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial, de David Stevenson. Es importante, para entender las cosas, tener la inquietud de —al menos— la intención de conocer el pasado y el presente, para mejorar y aportar nuestro grano de arena en la construcción de un futuro mejor, pensando en todo momento en el presente de nuestros hijos.

Nuestros hijos viven probablemente a un ritmo que nosotros no hemos vivido: la inmediatez de las cosas, la competitividad, el exceso de información, la dificultad de discernir y procesar la veracidad de la comunicación digital… En algunas cosas son unos privilegiados pero con un coste altísimo en cuanto a la pérdida de valores, la falta de gratitud y el esfuerzo en determinados ámbitos de la vida.

La lectura es un espacio donde reencontrarse, donde el tiempo se detiene y te permite: soñar, aprender, llorar, reír, viajar… pero, sobre todo, enriquecernos como personas. Esta base nos permite adquirir otros hábitos saludables, y no me refiero únicamente a hacer ejercicio o alimentarnos bien. Otros hábitos saludables que contribuye a fomentar la lectura son mantener —entre otras— una conversación enriquecedora o adquirir el hábito de afear menos y ayudar más.

Gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos a afear lo que otros hacen: aplaudimos y dejamos nuestros comentarios a través de las redes sociales, expresamos nuestra indignación y nos proclamamos defensores del bien, impartiendo cátedra sobre lo que está mal, denunciando las bufonadas de algunos.

Cada día se suben miles de fotos a medios digitales afeando conductas, pero ¿te has parado a pensar en algún momento que, en lugar de afear, podríamos ayudar más? Esta mañana vi una foto en un post donde aparecía una niña muy joven, ensimismada mirando su teléfono, en presencia de su abuelo… Leí con mucha atención los comentarios. La mayoría afeaban el uso del teléfono, lamentaban que la niña no hiciera caso a su abuelo. Mi respuesta a esa foto fue: si yo fuese la persona que hizo esa foto, me acercaría a la joven y le diría: “Qué suerte tienes por tener un abuelo tan bueno.”

Mi reflexión es: menos fotos para denunciar —que entiendo su finalidad en algunos casos— y más acciones para ayudar. Despertemos y sensibilicemos a la gente para que ayude más. La foto puede ser un medio para despertar nuestra sensibilidad, pero lejos de empezar a criticar, intentemos ser más pedagógicos, siempre desde el respeto y las buenas maneras.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón 

JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 71) | #todocomunica

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