El palco: reflejo de un problema que va más allá del fútbol

Un año más, final de Copa del Rey. El partido disputado entre el Barcelona y el Real Madrid en el Estadio de La Cartuja, Sevilla, nos ha dejado otro palco desafortunado. Un estadio al que, personalmente, le tengo un cariño especial por haber vivido allí un momento profesional importante. Sin embargo, se repite, una vez más, una imagen que, lejos de representar el verdadero motivo de la celebración —una final de fútbol—, se convierte en un escaparate institucional que acentúa aún más las diferencias entre aficionados e instituciones.

Estas escenas se repiten cada día en los palcos y, en innumerables ocasiones, hemos hablado de ello desde distintas perspectivas. Una de ellas es la planteada ayer por Carlos Fuente, cuya lectura recomiendo (dejo al final del texto el enlace a su reflexión/opinión).

El protocolo, lejos de ser una herramienta de comunicación rancia, trasnochada y encorsetada, es probablemente una de las más versátiles y con mayor capacidad de adaptarse a las necesidades y objetivos de un evento, siempre dentro de las directrices marcadas por su anfitrión. Por lo tanto, el problema no es del protocolo, sino de cómo se aplica y argumenta.

Vaya por delante, y me gustaría dejar claro, que esto no es una crítica a los responsables de protocolo del evento. Como he vivido estas situaciones, sé lo difícil que es gestionar el ego de ciertas personas y las presiones por mejorar el puesto de algunas de ellas. Al final, por desgracia, la decisión —en múltiples ocasiones— no recae solo en el profesional de protocolo… grave error. Cuando una llamada de teléfono tiene más peso que un decreto, tenemos un serio problema y, lejos de solucionarse, esta escena seguirá repitiéndose.

Es inevitable que el aficionado relacione la política y el deporte, llegando a una conclusión que, por desgracia, tiende a generalizar: “esto está politizado”. Es cierto que hay muchos políticos generosos —porque esto también va de generosidad y coherencia—, pero para evitar que esto suceda es necesario reconsiderar la representatividad en el palco: los presidentes de los clubes, exjugadores destacados de los equipos que disputan la final, deportistas relevantes, instituciones que representan al deporte, la figura del patrocinador… Demos un cambio importante a los palcos, abramos la ventana.

Dos reflexiones finales:

Tenemos fantásticos profesionales en protocolo, compañeros de profesión empáticos, responsables y conscientes de la importancia del momento. Dejémosles trabajar.

La otra reflexión: escuchar silbidos durante el himno es vergonzoso, y deberíamos tomar medidas serias para que no vuelva a suceder. Si es necesario suspender un partido, adelante. Es inaceptable que no se respeten los himnos.

Recomiendo leer la reflexión de Carlos Fuente

Javier Vila de Savenelle de Grand Maison 

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