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#sutilezascotidianas | Hoy, para muchos, es un día triste porque Rafael Nadal Parera ha anunciado que la próxima Copa Davis, que se celebrará en Málaga, será su último torneo: “Me hace muchísima ilusión que mi último torneo sea la final de la Copa Davis y representando a mi país. Es cerrar el círculo, ya que una de mis primeras grandes alegrías como tenista profesional fue la final de Sevilla en 2004”.
La gran mayoría de los artículos y portadas destacan sus extraordinarios 22 Grand Slam, su reinado —muy difícil de superar— en Roland Garros (14 títulos) y sus 36 Masters 1000, incluidos en el total de los 92 títulos del circuito ATP. Pero hay algo más importante que nos deja Rafa…
Durante todos estos años de profesión he tenido la oportunidad de conocer a grandísimos deportistas, auténticos números 1. Ser un número 1 no se mide solo por los éxitos cosechados; también forma parte de ello cómo es uno fuera —en este caso— de las canchas de tenis, cómo afronta las derrotas, la relación con otros deportistas, su comportamiento. Y Rafa es un ejemplo a seguir. Para mí, ese es su mejor legado: los valores que nos deja y que han contribuido a enriquecer nuestro deporte, la imagen de nuestro país y, algo sumamente importante, un modelo de superación y respeto para los más jóvenes.
Los más jóvenes tienden a imitar a sus ídolos deportivos: cómo se visten, cómo juegan, cómo se comportan… Las grandes estrellas del deporte tienen una grandísima responsabilidad, que en muchos casos no son conscientes del impacto y la repercusión que su comportamiento tiene en la sociedad. Muchas veces entendemos mal el concepto del éxito, porque sin valores, el éxito siempre será descafeinado, e incluso puede ser un retroceso en la evolución de la sociedad, ya que no todo vale para alcanzar el éxito.
Rafa Nadal nos dejará un legado valioso, un patrimonio incalculable. Y no hablo de dinero… hablo de los valores que deja y transmite —en todo momento— a la sociedad; unos valores que constituyen el principal pilar del deporte: la superación, aprender de los errores, la autocrítica, el equilibrio en la reacción ante un éxito y un fracaso, el respeto al entorno profesional del deportista, el respeto al adversario, el respeto a las normas… Son muchos los aspectos que construyen la vida profesional del deportista, aspectos a los que no les damos la importancia suficiente, pero que tienen un gran impacto en nuestra sociedad.
Trabajar los valores con los deportistas más jóvenes es esencial para recuperar —en la medida de lo posible— el deterioro de los valores. El deporte base necesita toda nuestra atención y dedicación, porque todo esto revierte directamente en la sociedad. En esta ecuación también estamos los padres… tenemos que dar ejemplo, no podemos convertirnos en hooligans a la mínima ocasión. No todo vale; el deporte necesita más equilibrio y priorizar los valores.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (14)