… a las 3 am

Todos agradecemos que nos atiendan bien. Nos gusta que, cuando llegamos a un sitio, nos reciban con una sonrisa, pero también que sean diligentes. Por desgracia, en muchas ocasiones sucede todo lo contrario; incluso somos atendidos como si nos estuviesen haciendo un favor.

Cierto es que muchos de nosotros llegamos a los sitios como un elefante en una cacharrería y tratamos francamente mal a las personas. Pensamos que el cliente siempre tiene la razón, una frase que no ha ayudado en absoluto a que seamos personas respetuosas con quienes nos están atendiendo. El respeto debería ser recíproco, porque la cortesía y las buenas maneras son el primer paso para lograr un clima de cordialidad, donde podamos disfrutar del momento sin la tensión y la incomodidad que originan las personas desagradables y desagradecidas.

La falta de paciencia y las prisas son ingredientes que, ante situaciones delicadas —originadas por distintos motivos: porque hay demasiada gente, porque falta un determinado producto y deben reponerlo, por las horas que son, porque no terminan de solucionarnos un contratiempo, porque la comida no está a nuestro gusto, porque se han equivocado o porque llevamos mucho tiempo esperando—, hacen que el tiempo transcurra aún más despacio y perdamos las formas. Esto también es extensible a las personas que están detrás del mostrador, que nos atienden en un restaurante, en una consulta médica…

Hace unos días tenía que viajar otra vez; me encanta viajar y considero que es una de las mejores formas de aprender y de enriquecerse como personas. Es cierto que debes tener la predisposición, porque algunos viajan como las maletas… hay que fijarse en las cosas, en las tradiciones y costumbres… ser muchas veces camaleónico, porque eso te permite evolucionar más y mejor.

En el hotel donde nos hospedamos, al bajar por la mañana a desayunar temprano, conocí a una persona, Erika, la responsable de que todo estuviese en tiempo y forma en el desayuno. Aun a pesar de las horas, nos recibió con una encantadora sonrisa, pendiente de que no nos faltase nada y de que todo estuviese a nuestro gusto. Te hacía sentir como en tu propia casa, te apetecía quedarte más tiempo, disfrutando de otro café.

Erika se levanta todos los días a las 3 de la mañana y tiene que coger varios autobuses antes de llegar al trabajo. Cada día les deja el desayuno preparado a sus hijos. Cuando llega tarde de trabajar, tiene que hacer todas las tareas del hogar. Cuando hablaba con ella, en ningún momento me contaba esto con tono de queja. Seguro que le gustaría no tener que levantarse todos los días a las 3 de la mañana, pero… hablaba con una sonrisa, con tranquilidad.

Durante el día no he podido olvidarme de la conversación porque me hizo reflexionar mucho. Soy una persona muy afortunada pero… un poco desagradecido. Y creo que en innumerables ocasiones me he quejado sin motivo alguno… he saltado a la mínima, cuando hay otras personas que, aun teniendo muchos más motivos para tener menos paciencia, desprenden respeto, empatía y serenidad.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón 

JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 87) | #todocomunica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.