
#sutilezascotidianas | En más de una ocasión nos hemos sentido tontos por haber hecho algo por alguien que no lo ha agradecido o porque simplemente no nos hemos sentido correspondidos. Una de las características más destacadas de la cortesía y de la amabilidad es no hacer las cosas para que hablen bien de nosotros o para recibir agradecimientos. Qué fácil es decirlo y qué complicado es no sentirse mal o enfadarse ante la falta de gratitud del destinatario de nuestro gesto.
Este capítulo, como la mayoría, lo escribo también para mí. Es una forma de contextualizar y relativizar lo que sucede, lo que vivimos en el día a día. Ser generoso y atento con los demás no debe convertirse en un camino para agradar a otros, para pertenecer a un grupo o para ganarse el favor de alguien. Es, ante todo, una expresión de respeto hacia uno mismo, una forma de cuidar nuestros valores internos, de respetarnos y proyectar esos valores hacia el exterior.
Es cierto que en innumerables situaciones terminamos frustrados porque vemos que nuestros gestos hacia terceros son tomados como algo que se da por hecho. Muchas veces, quienes los reciben son incapaces de agradecer o de hacer siquiera un pequeño gesto de gratitud por la atención recibida.
No dejes de ser detallista, atento y respetuoso con los demás, por muy desagradecida o descortés que pueda ser la otra persona. Habrá días, y con ciertas personas, en los que nos resultará mucho más difícil ser amables, pero —en la medida de lo posible— dejemos a un lado el rechazo que sentimos. Nos hará estar más tranquilos, sin descuidar el cuidado de nuestros propios valores. Esto no significa dar un cheque en blanco ni ser un pozo sin fondo de cortesía, y mucho menos ser un perfecto “tonto útil”. Haz las cosas porque tú quieres y porque tu educación se expresa en esos detalles, no sólo por agradar a los demás.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 65) | #todocomunica