#sutilezascotidianas | En innumerables situaciones he perdido la razón por cómo he reaccionado y argumentado una decisión, una propuesta o incluso en una simple respuesta. En el día a día tenemos que tomar muchas decisiones que, en mayor o menor medida, repercutirán en nuestras vidas.
Vivimos, en muchos casos, obsesionados —consciente o inconscientemente— con tener la razón; con la necesidad de no sentirnos cuestionados, de demostrar que sabemos sobre un determinado tema, de preocuparnos por lo que pensarán de nosotros, de saber más que los demás, de querer ganar siempre… Por muchos motivos necesitamos, a cualquier precio, sentir que tenemos la razón.
No podemos ni debemos controlar todas las situaciones. Tampoco debemos exigirnos estar siempre en posesión de la verdad, ni actuar por miedo a transmitir debilidad. No existe la verdad absoluta, y es fundamental cuestionarnos las cosas y esforzarnos por aprender y escuchar, intentando entender qué piensa la otra persona o el contexto en el que nos encontramos. Cuanto más preparados, empáticos y tolerantes seamos, mejor serán nuestros argumentos.
¿Cuántas veces hemos vivido situaciones en las que, al final, explotamos —por diversos motivos— y reaccionamos mal? Aunque tengamos la razón, la impotencia de no lograr convencer a la otra persona nos lleva a perder las formas. Automáticamente, la poca razón que podíamos tener se pierde.
Cuidemos y valoremos la importancia de argumentar y reaccionar bien, incluso en una conversación donde tengamos que dar una respuesta sencilla. Argumenta tu respuesta, reacciona bien —esto no significa que si la situación es grave debas sonreír— pero esforzarte en esto supondrá que tu credibilidad y empatía se verán reforzadas. Con nuestros hijos, por ejemplo, así también aprenderán desde jóvenes la importancia y la repercusión de argumentar y reaccionar bien.
Hay un ámbito en particular que es difícil no mencionar debido a su constante presencia en los medios: el mundo de la política. Qué beneficioso sería que nuestros políticos —de cualquier país— aprendieran a reconocer sus errores, a saber escuchar y, sobre todo, a argumentar bien sus decisiones y a reaccionar con empatía ante el sano debate de las diferencias de opinión.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (32) | #todocomunica