La fuerza de la discreción

#sutilezascotidianas | Con el paso del tiempo, el silencio y la discreción se han convertido en dos compañeros de viaje esenciales en un mundo donde aparentar y presumir a todas horas está a la orden del día. Fanfarronear parece haberse convertido en deporte nacional, y en más de una ocasión caemos en la trampa de sumarnos, dejándonos llevar por quienes se vienen muy arriba.

Vivimos en una sociedad absolutamente cegada por lo material, lo superficial y vacía de valores. Estoy convencido de que es algo cíclico, porque he podido comprobar cómo algunos padres hacen un esfuerzo extraordinario para que sus hijos no caigan en la tentación de la miseria que supone aparentar. Aparentar es un síntoma de putrefacción intelectual, y me recuerda a las termitas: no nos damos cuenta de su presencia hasta que descubrimos que se han comido todo. Aparentar es lo mismo, no percibimos que, por dentro, nos estamos degradando y marchitando. Nuestras mayores posesiones, como los valores y principios, se pudren lentamente.

La falta de discreción, motivada por el deseo de formar parte de un grupo, ser reconocido, generar envidia o convertirse en el centro de atención, nos lleva a transformarnos en auténticos imbéciles. Así, uno se convierte en el protagonista de una película donde el personaje fagocita a la persona, dejando tras de sí un cúmulo de circunstancias efímeras y una vida marcada por despropósitos.

El indiscreto forma parte de nuestras vidas y ha llegado a un punto que —al margen de que mi trabajo exige mucha discreción— estas personas me generan pereza y, en cierto modo, pena. Tiene que ser agotador estar todo el día aparentando, presumiendo o contando la vida de los demás. Si a esto le sumamos las redes sociales, se crea un circo de cinco pistas.

Las personas que realmente merecen la pena son la suma de varios factores, pero destacaría: la humildad, la coherencia, la lealtad, la discreción y el saber estar. Sí, podría enumerar más, pero hoy quiero destacar estos aspectos. La principal virtud que debemos cultivar es nuestro interior; la fachada se la dejamos a quienes disfrutan del reino de los presumidos.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón 

JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 48) | #todocomunica

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