La fuerza de la discreción

#sutilezascotidianas | Una de las cosas que más valoro en una persona es la discreción. Resulta cansino escuchar a aquellas personas que se pasan el día contando intimidades o momentos que deberían mantenerse en la esfera privada.

La discreción es un ingrediente esencial en una relación, en el trabajo, en una conversación, en un viaje, en una cena, en una fiesta, en un vestuario… en una reunión. Uno no puede, bajo ningún concepto, romper ese compromiso. Porque sí, se trata de un compromiso que uno adquiere con las personas con las que comparte un determinado momento. La confianza es una parte esencial de nuestras vidas. Aquellas personas que no respetan esta confianza y son indiscretas pierden tanto la confianza como el respeto de los demás. Además, su credibilidad se ve mermada y sus valores quedan debilitados.

Algunas personas no pueden resistirse a contar cosas que forman parte de la intimidad de otros: decisiones laborales, momentos personales o temas que, simplemente, no deberían convertirse en objeto de conversación. Hoy en día, las redes sociales han resquebrajado la discreción. La necesidad de ser reconocido, de llamar la atención y de presumir de lo que se sabe, junto con el dichoso afán por conseguir un “like”… todo esto alimenta esa constante búsqueda de protagonismo.

En nuestra profesión, como en muchas otras, la discreción es vital; es uno de los pilares éticos que la sostienen. El increíble valor que tiene el silencio y la discreción reside en que, en muchas ocasiones, es mejor callar, escuchar más de lo que hablamos, y tener la fuerza de voluntad para resistir la tentación de opinar. Especialmente cuando esa opinión está basada en información que se conoció en un contexto privado y que no debe, por ningún motivo, hacerse pública.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón 

JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 68) | #todocomunica

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