Asesores políticos aquiescentes

No quiero generalizar y es cierto que en muchas ocasiones cuando uno hace una reflexión en voz alta, tiende a lanzar un mensaje que transmite dicha sensación. Intentaré no caer en la tentación. Esta es la reflexión, un tanto dura, que quiero compartir con vosotros.

Recientemente por motivos de trabajo, mantuve una larga conversación con un político, y entre otras cosas, le comenté la gran importancia que representa el papel de los asesores políticos. Los asesores juegan un papel fundamental en el día a día de la política, lo que por lo tanto, repercute directamente en la vida de los ciudadanos. Los políticos sufren una profunda crisis de credibilidad, en un momento en que muchos asesores creen que lo más importante es elegir un buen traje, una sonrisa y una palmadita; y digo más, creo que muchos de ellos especializados en imagen, deberían reciclarse y formarse en protocolo o que los políticos empiecen a valorar el contratar otro perfil de asesor encaminado hacia el mundo del protocolo.

Soy un gran defensor de mi profesión porque sé que es la herramienta más completa no sólo para los contratiempos que surgen en el trabajo o por los eventos que debemos organizar, es mucho más, supone la capacidad de poder regenerar valores que por desgracia se han perdido.

¿Creéis sinceramente que por llevar un traje azul oscuro, una camisa blanca y una corbata clásica conseguirán que os crean (políticos)? Ya no, porque es el recurso más fácil de utilizar para idiotizar a las personas que, a través de un medio de comunicación o en persona, intentan saber que le deparará su futuro en base a un discurso cuya credibilidad ya es inexistente o prácticamente nula.

Entonces, ¿deberían vestir de otra forma? No, si la elección puede ser correcta; el problema es que las personas buscan que un político diga la verdad, que reconozca sus errores, que sea detallista, que respete a su “rival” político, con capacidad de interactuar con la gente, próximo, discreto, ético, que trate a todos por igual, constante, con equipo, sin privilegios, que reconozca los logros y aciertos de sus “adversarios”… en resumidas cuentas, es necesario trabajar más su parte interna y humanizarle. La externa es muy necesaria pero no puede ser lo más importante.

Por todo ello creo que muchos asesores son aquiescentes y superfluos, diciendo a sus jefes aquellas cosas que quieren oír; nosotros estamos para decirles la verdad, para invitarles a tomar la decisión más apropiada, logrando enriquecerles como personas y no para perpetuarles en el “sillón”. La desgracia es que lo que importa es el sillón y no el mejorar como persona, por eso, su credibilidad es tan baja. Si eres asesor y en múltiples ocasiones no te hacen caso o te encuentras diciéndoles lo quieren oír siendo esto contrario a tu opinión, igual es hora de pensar en dimitir.

Javier Vila de Savenelle de Grandmaison | @_JavierVila_

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