Una Recepción al Cuerpo Diplomático, con sabor agridulce

La Pascua Militar y la Recepción al Cuerpo Diplomático son dos de nuestros actos oficiales solemnes. Hoy se celebró este último,  en el Palacio Real y pudimos vivir momentos que, personalmente, me hicieron sentir incómodo.

Sus Majestades los Reyes, acompañados por Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias, reciben a todos los diplomáticos acreditados en nuestro país; señal de respeto a todos los países que representan.

Uno se espera, y más en esta ocasión, un comportamiento ejemplar de los diplomáticos, ya que en ese preciso momento, representan a su país. Hoy, alguno de ellos, no ha estado a la altura, dejando un sabor agridulce a un acto tan especial.

Con toda humildad considero que los saludos cada vez se hacen peor; los besamanos ya no son lo que eran. Las prisas, los nervios y la falta de preparación, en alguno de ellos, ha dejado al descubierto su falta de diplomacia. He de decir que los diplomáticos españoles, jamás harían una cosa como la que a continuación les narrare.

El representante del Congo le retiró la mano a la Princesa de Asturias en el momento que los dos habían hecho el gesto de estrechar sus manos para el correspondiente saludo, dando la espalda a la Princesa, que ha mostrado un gesto de resignación; quizás Doña Letizia no debería haber hecho dicho gesto pero puede ser comprensible el malestar de la Princesa. También pudimos vivir algo similar con el embajador de Irán, el Sr. Morteza Saffari Natanzi, que tampoco saludó a la Reina ni a la Princesa de Asturias.

¿Se podía haber evitado? En el caso del Embajador del Congo, era difícil dado que ya había hecho el ademán de saludar, por eso la indignación es mayor que en el caso iraní, aunque ninguno de los dos casos es justificable.

Los besamanos son el arte del saludo, la escultura del gesto al respeto, requieren sensibilidad y nunca deben ser hechos con prisas o con falta de tacto. Entiendo perfectamente que uno no se puede eternizar en el besamanos pero si puede disfrutar de ese momento y trasmitir sensibilidad; uno no puede ser un autómata, tiene que ser natural.

Javier Vila de Savenelle de Grandmaison

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