#sutilezascotidianas | Todos somos conscientes —o la mayoría— de que vivimos en un mundo donde corremos demasiado, nos movemos de un lugar a otro como pollos sin cabeza, sin detenernos a observar qué sucede a nuestro alrededor. Nos perdemos muchas cosas, dejamos de disfrutar momentos especiales, consumimos inmediatez, y tenemos la necesidad de que todo suceda rápido, creyendo que esto es normal, cuando realmente no lo es. Necesitamos ralentizar el ritmo, detenernos si es necesario, y observar.
Reed Hastings, fundador de Netflix, reconoció que los contenidos de la plataforma son los “principales culpables” de que la gente no duerma o duerma mal por ver series. En Estados Unidos, se observa un consumo compulsivo de estos contenidos, y Hastings indicó que la compañía no tiene competidores, más allá del “sueño mismo, o las horas de descanso”. Esto me parece dramático, porque buscamos la satisfacción inmediata. Toda esta necesidad de consumo repercute directamente en cómo son ahora: las series de televisión, los vídeos en redes sociales, las noticias, el formato de los eventos deportivos… en resumen, todo transcurre más rápido, perdiendo la paciencia y sin disfrutar de las cosas a su debido tiempo.
Lo grave de todo esto —entre otras cosas— es que, al vivir tan rápido, perdemos la percepción de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, como mencionaba antes, volviéndonos incluso más insensibles y menos empáticos. Los que nos dedicamos al mundo del protocolo deportivo hemos visto cómo el formato de los eventos ha ido evolucionando en los últimos años. Percibo que, en ciertas ocasiones, por la necesidad de que todo transcurra rápido, no hemos sido conscientes de que, de forma paralela, suceden miles de cosas. Y es cierto que es muy difícil estar atentos a todo lo que sucede, pero… si todos desarrollamos la empatía y la sensibilidad, podremos ralentizar las cosas, correr menos y empezar a disfrutar de las cosas más despacio.
Detenerse y observar tiene muchos beneficios. Uno de ellos es ayudar a una persona que está sufriendo y que, por culpa de una sociedad que no deja de correr, pasa desapercibida. En 2016, Rafa Nadal detuvo un partido de tenis en Mallorca ante los gritos de desesperación de una madre que había perdido a su hija entre el público. Imagina estar en el lugar de esa madre… Clara, que así se llamaba la niña que se había perdido, lloraba mientras intentaba regresar con su madre. Se paró el partido, y todos se centraron en que la madre pudiese encontrar a su pequeña Clara. Al final se reencontraron; las dos, llorando por el mal trago que habían pasado, se fundieron en un gran abrazo. El gesto de la madre agradeciendo a Nadal por detener el partido y empatizar con el duro momento que estaba viviendo es un recordatorio de que detenerse, observar y empatizar nos convierte en una sociedad más feliz y respetuosa.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (19)