Porque el otro lo hace… mentimos

#sutilezascotidianas | Estamos tan polarizados que ya no discernimos entre la verdad y la mentira —o quizá sí—, pero al estar en bandos, justificamos y no castigamos la mentira, posicionándonos con los nuestros, sin importar si dicen la verdad o mienten.

Decir la verdad, defender la verdad desde los valores, está en peligro de extinción, así como opinar sin ser censurado o cuestionado por las famosas etiquetas que os comentaba el otro día. Esto sucede por muchos motivos. Uno de ellos es la necesidad de pertenencia a un grupo; otro, el miedo a las posibles represalias… ¿No me contratarán? ¿Me despedirán? ¿Me dejarán de llamar?

Hemos llegado a un punto en que, porque el otro lo hace… mentimos. No somos conscientes de que estamos normalizando la mentira; mentir no tiene consecuencias, y esto está deteriorando a pasos agigantados —entre otras cosas— la convivencia, la credibilidad, los valores y la sociedad en general. Todo vale con tal de mantener un puesto de trabajo, pertenecer a un grupo o defender una opinión que puede ser acertada, pero en la forma y el argumento perdemos automáticamente la razón. Esto ya no importa, porque a través del miedo, la manipulación y la mentira, uno intenta subsistir, al margen de lo que digan los demás, pero con la —cierta— tranquilidad de que “los míos” me apoyan, aunque en muchos casos sean conscientes de que nos están engañando. Es preferible apoyar a “mi mentiroso” que señalar al que miente, engaña o contribuye a debilitar los valores, con tal de que no venga un tercero y nos quite la moqueta.

Un buen indicador de esto es la clase política, algo extrapolable a cualquier país democrático. Mentir no tiene castigo, aunque algunos dirán que sí, que en las elecciones uno puede “castigar” o que la justicia actuará, pero los hechos demuestran lo contrario. Cada día —en nuestro país— vivimos una constante chirigota donde los políticos pierden totalmente las formas, donde mentir no tiene ninguna consecuencia. Aquellos que deberían dar ejemplo, no lo hacen: se tapan, se justifican o directamente mienten y manipulan. Generalizar no es bueno, y en todos los partidos políticos hay personas intachables y honestas, como he podido comprobar en mi trabajo. Pero hemos llegado a un momento en el que esto ya no es suficiente. Cada uno, desde sus posibilidades, debe señalar y corregir a una sociedad que está enferma por la mentira. Porque esto no sucede solo en la política; sucede en todos los ámbitos.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maisón 

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