Deportista, cuando tus formas te pasan factura

#sutilezascotidianas En más de una ocasión he hablado del entorno del deportista. Profesionalmente he podido comprobar la influencia directa que este tiene en su rendimiento, hasta el punto de que puede marcar cuál será su trayectoria deportiva. Muchos no le dan importancia y no son conscientes de que todo comienza desde pequeños. Reímos y fomentamos comportamientos que, al final, se volverán en su contra.

Últimamente escucho con frecuencia que viene una generación que “comunica de otra manera”, y al final estamos justificando actitudes que, lejos de beneficiar al deportista, lo alejan de lo que verdaderamente debería ser.

Es importante explicar —con un tono reflexivo— la relevancia de lo que decimos, de cómo lo decimos, de cómo vivimos, de cómo nos relacionamos y de cómo actuamos dentro y fuera del campo: el respeto al rival, a las decisiones del árbitro, a los compañeros, las compañías que elegimos… Todos estos momentos son ingredientes que construyen y definen a un deportista.

Esa también es parte de mi trabajo: ayudar a que los deportistas comprendan la importancia de cuidar sus formas, gestionar su comunicación y proyectar una imagen coherente dentro y fuera de la competición. Cuando se hace con cariño y respeto, y el deportista pone de su parte, el rendimiento y la imagen pública se multiplican exponencialmente, tanto en lo deportivo como en el respeto que proyecta hacia los demás.

Hay deportistas que no tienen solución y difícilmente van a cambiar, por mucho que se les diga. Y más aún cuando quienes les rodean —en lugar de ayudarles— les animan a continuar con sus malas formas, riéndoles las gracias y justificando lo injustificable.

Las declaraciones que un deportista hace fuera de la competición, la vida que lleva y lo que muestra a los demás también repercuten en su imagen pública. Cuidar las formas y los comportamientos cotidianos mejora el rendimiento y fortalece su reputación.

Cuando se justifican las malas maneras diciendo que “es parte del juego”, o que para ser un buen jugador hay que comportarse así, se está hipotecando su futuro profesional.

Y cuando, desde tertulias o medios, no se señalan las faltas de respeto, contribuimos a degradar el deporte, ofreciendo un pésimo ejemplo para los más jóvenes, que terminan creyendo que eso es lo normal y necesario para triunfar.

Todo esto, tarde o temprano, repercute en la sociedad. Y cuando un deporte con tanta influencia como el fútbol se ve ensombrecido por los comportamientos de sus figuras más visibles, las consecuencias son devastadoras.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maison

JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 102) | #todocomunica #buenasmaneras

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