
#sutilezascotidianas Cada día es peor; estamos más polarizados y somos capaces de abrazar las maldades de los temas con tal de que nuestro adversario toque moqueta. Instrumentalizamos las cosas hasta el punto de retorcer los principios que deberían marcar nuestro camino: defender con argumentos, respeto y decoro nuestras opiniones.
Ya todo vale: mentir, robar, falsificar, aplaudir al golfo, reírle las gracias al fuerte… porque tenemos ese punto de cobardía y la necesidad de pertenecer al grupo, aunque seamos conscientes de que está haciendo algo mal.
Los jóvenes tienen miles de malos ejemplos diarios. Leer las noticias, ver la televisión o escuchar ciertas conversaciones de supuestos adultos está sembrando un futuro decadente en cuanto a valores, respeto y buenas maneras. Somos maquinaria insaciable de poder, apariencia y de tapar lo malo a cualquier precio.
Nadie es perfecto y todos cometemos errores, pero al final, si aplaudes el abuso, si eres capaz de aplaudir al que insulta, miente, roba o denigra, te conviertes en cómplice. El grado de exigencia tiene que estar presente en el día a día de nuestras vidas, porque estamos alimentando un mundo de hipócritas e interesados.
No es fácil, pero es importante vaciar la mochila de todo aquello que nos empobrece como personas; alejarnos de quienes no tienen la personalidad para afear al golfo o al maleducado, de los que tapan la mentira, fomentan las trampas o cambian las normas con el fin de ocultar las golferías.
No es un tema ideológico; es un tema de principios. Debemos ser los primeros en exigir a los “nuestros” que sean honrados, respetuosos y que contribuyan a no perpetuar a todos aquellos que son un mal ejemplo. Porque, al final, el que aplaude, defiende o se ríe… también es cómplice.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maison
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 100) | #todocomunica #buenasmaneras