
#sutilezascotidianas No dejamos de correr. Vivimos en un mundo de prisas donde la inmediatez nos come, devora nuestra salud e invade nuestra intimidad. Las prisas son la antítesis de la calidad, enemigas directas de las buenas maneras, porque despiertan, en muchas ocasiones, nuestra peor versión.
En el capítulo anterior os hablaba sobre la importancia de ralentizar. Las prisas afectan a la hora de mimarse, interfieren en los pequeños detalles del día a día y merman significativamente los cuidados que deberíamos tener con nuestra salud. Todo esto nos afecta directamente a las relaciones con otras personas, a la calidad de nuestro trabajo y, no menos importante, a nuestra salud.
En más de una ocasión he podido comprobar lo poco que nos cuidamos, no solo a nivel de salud, también a la hora de comer, de hablar con un amigo, de hacer una tarea del hogar, de arreglar una bicicleta, de cuidar tus plantas…
El otro día estuve hablando con mis hijos mientras se preparaban la merienda. Uno comía rápido, de pie, mientras cogía una bolsa. El otro se hacía un bocadillo mientras veía una película en su ordenador. No era la primera vez que lo hacían, pero me llevó a esta reflexión:
Tenéis que mimaros. Aunque sea una “simple” merienda, debéis tomaros vuestro tiempo, ralentizar, cuidar los detalles: poner un mantel —crear un entorno agradable—, una servilleta, un vaso para la bebida… Siéntate con tu hermano, dejad el ordenador o el teléfono, quítate los auriculares y disfrutad de vuestra compañía. Si arreglas la bicicleta, coloca las herramientas… disfruta de lo que haces. Si terminas una tarea, o de comer, recoge las cosas con cuidado, sin prisas… lo harás mejor, disfrutarás del momento, e incluso terminarás disfrutando de aquellas tareas que no te gustan. Porque si se afrontan con una actitud positiva, con calma y respetando sus tiempos, el resultado final es infinitamente mejor. Además, beneficia directamente a nuestra salud.
Cuidarse y mimarse no es un gesto egoísta ni de “señorito”; son ingredientes que nos enriquecen por dentro y por fuera. Esto también influye en cómo nos relacionamos con los demás, en el ámbito privado o profesional, porque cuando somos conscientes de cuidar los pequeños detalles, de tomarnos el tiempo necesario para hacer las cosas bien, en un entorno acorde con el momento, el resultado final es la excelencia.
La excelencia es ese instante en que uno hace algo con la implicación y el cariño que requiere esa tarea o situación, donde el tiempo, en lugar de ser un enemigo, se convierte en un aliado. La gestión de los tiempos, la capacidad de saber priorizar y disfrutar del momento, son aliados indispensables para nuestra salud.
Javier Vila de Savenelle de Grand Maison
JVSG® 1931 | Sutilezas Cotidianas (Capítulo 97) | #todocomunica