Lo que comunicaba Robert Redford

Tres gestos que comunican sin necesidad de hablar.

Arranco este nuevo espacio con un cierto sabor agridulce: por un lado, la ilusión de compartir con vosotros mi opinión sobre aspectos de la imagen pública, la comunicación y las buenas maneras; por otro, la tristeza de conocer que Robert Redford nos ha dejado hoy, a los 89 años…

Desde las hermosas montañas de Utah hemos perdido —probablemente— a uno de los actores más carismáticos de la historia. Memorias de África, Dos hombres y un destino, El golpe, Descalzos por el parque… nos regaló momentos inolvidables desde la sutil elegancia de su carácter. Un hombre un tanto bohemio, rebelde en sus inicios, que encontró en el cine el camino para cambiar la bebida por la interpretación.

La elegancia es mucho más que vestir bien. Hay aspectos que, por mucho que se trabajen, no logran transmitir la verdadera esencia de lo elegante.

Estos son tres aspectos que me gustaría compartir con vosotros:

#Sobriedad

Una de sus características era la sobriedad como forma de presencia. Nunca necesitó alzar la voz ni sobreexponerse para hacerse notar. Hablaba con mesura, actuaba sin titubeos, y su buena gestión del silencio transmitía tal seguridad que propiciaba la atención de los demás.

Esto choca frontalmente con lo que estamos acostumbrados a ver hoy: un mundo cargado de personas que necesitan hacer ruido para ser vistas. La sobriedad no es falta de estilo; es, quizá, la forma más profunda de la elegancia.

#Compromiso

Persona comprometida, pero sin convertir su compromiso en espectáculo. No buscaba hacerse notar ni vender su imagen para ser más aclamado. La discreción es otro ingrediente de la elegancia y de las buenas maneras. Redford no interrumpía ni señalaba; defendía sus creencias sin buscar titulares. Fue defensor del medio ambiente, crítico del poder y del cinismo político. Expresó su opinión con firmeza, pero desde el respeto.

Esto hizo que, a pesar de las sustanciales diferencias ideológicas, el respeto hacia él fuese incuestionable.

#LaMirada

La mirada, el color de sus ojos, su media sonrisa… La gestión de los tiempos al hablar, al moverse, al interpretar, lograba despertar el interés de los demás. Sabía jugar con los silencios y, algo que valoro especialmente en una persona: le importaba más su interlocutor. Miraba a los ojos.

Hoy estamos más pendientes de si los demás nos están viendo, de las cámaras… Mirar a los ojos y prestar atención a quien tienes delante es un gesto de respeto.

Este no es un análisis técnico, ni un juicio. Tampoco es un ejercicio de protocolo. Es una opinión más —una mirada personal— sobre cómo determinadas personas comunican a través de sus gestos, su actitud y su manera de estar.

Desde la humildad de quien observa en silencio, propongo aquí tres gestos que, en mi opinión, dicen mucho… sin necesidad de hablar.

Javier Vila de Savenelle de Grand Maison

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